— Enamorarse —


Blog Single

Lo dijo sin darse cuenta y su madre lo escuchó: su hermana mayor, tenía novio. A partir de aquel momento, la curiosidad por conocer al joven afortunado la corroía por dentro: ¿Quién sería? ¿Dónde viviría? ¿Cómo sería su familia? Eran tantas las preguntas que la madre se hacía, que decidió pasar a la acción para que su hija, de tan sólo 17 años, le abriera su corazón y le presentara, de una vez por todas, al amor de su vida. Al ser la primera vez que sucedía algo así decidió tener mucha precaución e indagar con prudencia, hasta lograr responder a todas sus dudas poco a poco. Una mañana le dijo a su hija que si quería invitar a alguna amiga suya lo hiciera: «Hace tiempo que no traes a nadie por aquí —dijo— y, quien dice a una amiga, también dice a un amigo…», pero ella ignoró las palabras de su madre. Más adelante, mientras desayunaban, intentó mantener otra conversación: «¿Sabías que Laura ya tiene novio?» pero, una vez más, sus palabras no hicieron el efecto que ella esperaba. Cada vez más desesperada por averiguar quién era el novio de su hija, la madre fue a hablar con el hermano pequeño de ésta, lo acorraló en su habitación, y le hizo tantas preguntas que lo asustó. El niño lloraba, corría por la casa gritando que él nunca tendría novia y, todo aquel espectáculo, no tranquilizó a la madre en absoluto. Tres días después, finalmente logró ver al mequetrefe de novio que su hija se había echado, y comprendió que su amor iba a ser tan efímero como una estrella fugaz. «Tantos nervios para nada» pensó, pero aquello no había hecho más que empezar…

A los 18 años su corazón se enamoró de otro chico, lo trajo a casa, lo presentó a sus padres y a la semana siguiente, ya se habían separado. Dos semanas después se volvió loca por Moisés, pero la cosa no funcionó y lo dejaron, unos días antes de que se encaprichara de Paul. Y así fueron sucediéndose los noviazgos… El hermano pequeño, a veces se acercaba a su madre y le decía: «Creo que Irene ya tiene otro novio», y ésta temblaba de miedo sospechando lo peor. Estuvo cinco años yendo de flor en flor como una mariposa, hasta que al cumplir los 26 se casó con un joven muy distinto a los anteriores. La madre estaba feliz, y era porque comprendía que todas las madres se preocupan por sus hijos, aunque llega un punto en que la realidad supera todas las expectativas… Por eso, cuando Joel cumplió los dieciocho años y se enamoró por primera vez, su madre ya había aprendido la lección: estaba decidida a vivir el día a día junto a su hijo, disfrutarlo; porque preocuparse por el porvenir, no era más que una enorme estupidez.


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